Dirigida por Ariel Winograd, protagonizada por Martín Piroyansky, Lali Espósito, Benjamín Vicuña y Liz Solari.
Camila (Espósito) y Mateo (Piroyansky) son una pareja joven que están juntos hace ocho años y a punto convivir. Una noche, en una cena con amigos, sale el tema del “permitido” lo que vendría a ser ese famoso que, en caso de darte bola, vos podrías estar sin que se considere como una infidelidad. El de Mateo es Zoe del Río (Solari), una hermosa modelo y actriz, el de Camila es Joaquín Campos (Vicuña) un actor chileno buen mozo y ecologista. Ninguno de los dos pensaba que Mateo iba a terminar conociendo a su permitida y que, encima, ella le iba a dar bola.
Si conoces las películas de Ariel Winograd, sabes que venís a reírte de todo y de todos. Desde su opera prima, “Cara de Queso: Mi primer Ghetto (2006)” dónde se burla de la comunidad judía de los countries en los años 90, hasta “Vino para robar (2015)”, Winograd parodia como nadie cada tema que toca.
En este caso los hace con muchísimos temas de actualidad: desde el concepto del “Permitido”, pasando por la adoración a los famosos, la cultura hípster, los videos virales y las redes sociales. Pero aunque es una gran parodia, tiene momentos de crítica más profunda como por ejemplo cuando Camila, recién abandonada, casi muere en un accidente automovilístico debido a un camionero que se distrajo con un cartel publicitario de Zoe del Rio (a lo “El último peaje” de Zambayonny), a los gritos se pone a despotricar sobre las publicidades con mujeres desnudas, los productos, la sociedad de consumo, la objetificación femenina y bueno… su propia bronca contra la modelo protagonista; todo esto es filmado por los curiosos, que no tardan en subir el video a las redes sociales convirtiendo a Camila en una celebridad de forma instantánea.
Se burla también del ambiente artístico, desde el amigo de Zoe, Haller, que hace uso de todo el tiempo palabras como “performance” y “shock”, hace una muestra de teatro físico donde Campos aparece en cueros pintado en blanco y negro, se casa con un árbol de papel mache y después lo besa apasionadamente.
Por supuesto, Camila termina conociendo y entablando una relación con Joaquín Campos, que vive en una casa en el medio de la nada con cabras y ovejas, dice ser “zoofílico” (hasta se revive la gran leyenda urbana de Rick Martin y la niña de la mermelada), vegano y que hace 22 días que no se baña porque está en una “limpieza espiritual”. No, Winograd no deja títere con cabeza, nunca.
Incluso el trabajo de Mateo no se salva: inventan apps totalmente ridículas que nadie necesita. Entre ellas, la “APPermitidos”, para que las personas se puedan encontrar con sus permitidos en caso de tener una coincidencia.
Las actuaciones tanto de Espósito como de Piroyansky son buenas y creíbles, se los nota muy cómodos y que estos personajes son versiones remixadas de papeles que ya interpretaron, el diálogo ente ellos es el más fluido de todos los personajes.
La película tiene un final esperable, con varias situaciones desopilantes en el medio que deleitarán al espectador y lo harán reír hasta las lágrimas. Eso sí, no se tomen nada de esto en serio, la van a disfrutar más.
por Daniela Barri