Cuando la adicción a la fama y la impunidad detrás del anonimato se juntan, internet se transforma en un campo de batalla. Esa es la premisa de Nerve: un juego sin reglas. Al filo de la ilegalidad, pone al sufrimiento como show mediático en vivo y en directo durante una noche entera.
Basada en la novela homónima escrita por Jeanne Ryan, Nerve cuenta la historia de Vee (Emma Roberts) quien, impulsada por sus amigos, decide unirse a este juego en el cual los usuarios son jugadores o espectadores. Los primeros cobran dinero por realizar y los segundos pagan por mirar. Un verdadero show. Rozando lo ilegal, este juego que plantea no tener reglas, en realidad tiene tres muy clara: si fallas la misión quedás fuera de juego y perdés todo lo que ganaste; si te rendís tu destino es el mismo; si le contas a las autoridades sobre el juego, vas a llorar. Una amenaza que no parece importarle a ninguno de los usuarios que se suman. El usuario que logra juntar más espectadores y cumplir con misiones más difíciles (grabándose con su celular en todo momento para que la misión se considere ganada), recibe a cambio sumas de dinero más importantes y sube puestos en la tabla de posiciones para llegar a la final y quedarse el botín ganado. En una de estas misiones, Vee conoce a Ian (Dave Franco) y los espectadores deciden hacerlos competir en pareja por el resto del juego.
El primer acierto de este film es sin dudas la temática. La necesidad de exponerse para un público que nunca parece quedar satisfecho, la impunidad que da tener un usuario anónimo en internet y cómo la vida ajena a veces pareciera no valer nada. En los tiempos que corren en donde lo que pasa en tu vida sólo “sucedió” si lo publicaste en alguna red social, donde primero se saca una foto y después se come y donde la aceptación pareciera venir de la cantidad de “me gusta” que tienen tus publicaciones en Facebook, llevar este asunto a la pantalla grande ayuda a concientizar.
Henry Joost y Ariel Schulman son dos directores que en producciones anteriores como el documental Catfish y dos de las entregas de Actividad Paranormal han sabido demostrar que manejan muy bien todo lo referente a la era de la tecnología y las redes sociales y en esta nueva apuesta no se quedan atrás. Logran erizar la piel y acelerar las pulsaciones del público y consiguen dar respiros cuando resulta necesario. Michael Simmonds, logró acertar con la fotografía de la película dándole muchísimo color y creando ambientes sombríos y Rob Simonsen, le dio una musicalización perfecta. En cuanto a la actuación, Roberts y Franco están muy bien en sus roles. De yapa, también hay algunas sorpresas en el elenco que aportan un condimento más.
Aunque el ritmo decae en algunos momentos, la película en general es muy correcta y entretenida. Con más aciertos que desaciertos, cumple con todos los objetivos que se propone.
por Guillermina Ramella