Desde temprano, el pulso naranja de Aperol ya se sentía en Ciudad Universitaria, vibrando entre los asistentes antes del primer acorde. El sol de febrero no dio tregua, pero el verdadero calor vino desde el escenario, donde una multitud de personas se entregaron a una nueva edición del Buena Vibra.
A medida que avanzaba la tarde, el escenario Aperol fue encendiendo la jornada con la hipnosis sonora de Juana Molina, seguida por la energía contagiosa de Indios y la melancolía filosa de El Zar. Luego, llegó el groove de Bándalos Chinos que envolvía al público hasta el momento más esperado de la medianoche: el regreso de Illya Kuryaki & The Valderramas, que volvieron al ruedo como si nunca se hubieran ido, cerrando el día en un estallido de funk y nostalgia.
Cuando el ritmo no daba respiro, el destello naranja de Aperol aparecía como un oasis en medio del frenesí. “Buena Vibra es un festival ideal para encontrarse con amigos, conocer nueva música y crear recuerdos juntos. Qué mejor manera de vivirlo y compartirlo que con un Aperol Spritz en mano” expresó Francisco Cernadas, director de la marca.
#ElColorDeLaMúsica volvió a teñir Buenos Aires, en un encuentro donde la música, el calor y la celebración se encontraron en un mismo lugar.
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